Aproximación al legado del Che en la cultura del debate y en los métodos de dirección de la economía

Por Fidel Vascós González*

(Versión ampliada de la conferencia presentada en el panel “La vigencia del pensamiento del Che sobre la transición socialista”, organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País, el Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”, el Centro de Estudios “Che” Guevara y la Casa de las Américas, que tuvo lugar en la Sala Galich el 8 de octubre de 2021.)

Resumen

Se aborda la concepción y el ejercicio de la cultura del debate del Che en sus polémicas con otros pensadores, en las cuales defendía sus ideas con firmeza y argumentos; pero respetaba las consideraciones de los demás aunque discreparan de las suyas. El Che no realizaba ataques personales contra su interlocutor ni convertía el intercambio en un torneo literario. Sus enseñanzas en este campo adquieren especial importancia en la Cuba de hoy cuando urge el concurso de diferentes ideas para encontrar el camino más adecuado para el desarrollo económico y social del país. En cuanto a los métodos de dirección de la economía, se expone una síntesis del sistema presupuestario de financiamiento, que defendía el Che, y del sistema de cálculo económico, que promovían otros economistas cubanos. El aporte de mayor significación en el pensamiento económico del Che es haber destacado la relación que existe entre la economía y la espiritualidad humana elevando la importancia de la fuerza moral del hombre, aunque Carlos Rafael Rodríguez le señala que la formación de una conciencia comunista no podía apresurarse. No obstante que el sistema económico de la Cuba actual se basa en el cálculo económico, se subrayan las numerosas ideas y planteamientos del Che que hoy tienen plena vigencia.

En su corta vida de 39 años, Ernesto Che Guevara dejó para la posteridad un arsenal de ideas de gran importancia para el desenvolvimiento social en aras de la emancipación humana. Su pensamiento abarca los campos de la filosofía, la política, la moral, la ética, los aspectos sociales, la economía, la historia, la cultura, las relaciones internacionales, la dirección administrativa, entre otros. El estudio en amplitud y profundidad de la obra escrita del Che enriquecerá sin duda el camino de la construcción del socialismo en Cuba y en otros países, en especial, de Nuestra América. Desde luego, en este empeño siempre hay que tener en cuenta que los tiempos que corren actualmente en Cuba y en el mundo son muy diferentes a los de entonces por lo que se requiere un esfuerzo dialéctico para interpretar al Che.
  El Che era un revolucionario muy honesto y consecuente en la teoría y la práctica. Lo que pensaba, lo decía; y lo que decía, lo hacía.

Cultura del debate

  Una de sus enseñanzas, especialmente para la Cuba de hoy, es su concepción y ejercicio de la cultura del debate. Como era un intelectual muy creador, sus ideas generaban polémicas con otros pensadores. Defendía sus ideas con firmeza y argumentos fundamentados; pero respetaba las consideraciones de los demás aunque discreparan de las suyas. Donde quiera que asumía altos cargos públicos, enseguida creaba una publicación especializada. Fue fundador de Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, donde, por cierto, se recogen muchos artículos escritos por él pero publicados con pseudónimos. En el Ministerio de Industrias editó Nuestra Industria, donde dejó sus principales artículos de temas económicos. En esta revista se demuestra su condición de polemista. Allí expuso sus concepciones sobre el sistema presupuestario de financiamiento para la dirección de las empresas en el socialismo y también se publicaban artículos de los defensores de otro método de administración empresarial: el cálculo económico. Resulta enriquecedor releer las páginas donde el Che publicaba sus ideas y, en la misma edición, los conceptos discrepantes del miembro del Partido Comunista Francés Charles Bettelheim, quien ayudaba a Cuba en la esfera de la planificación, o del comandante Alberto Mora, entonces ministro de Comercio Exterior de Cuba.
   En cuanto a la formación de los nuevos intelectuales y artistas recomendó: “No debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni “becarios” que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”. (1)
   Ese ejemplo que el Che nos dejó de polemizar en las ideas, fundamentándolas con argumentos, sin ataques personales contra quien discrepaba y sin convertir la polémica en un torneo literario, tiene gran importancia para la Cuba de hoy. La transición socialista en la que nos encontramos y la complejidad del mundo contemporáneo requieren del concurso de diferentes ideas para encontrar el camino más adecuado para el desarrollo económico y social del país. El debate de ideas está a la orden del día en nuestro proceso revolucionario y el tratamiento respetuoso en la polémica es una de las enseñanzas que en este campo debemos asumir del Che.

En los tiempos que corren en nuestro país, grupos de ciudadanos soliciten diálogos con las instituciones del Estado. El procedimiento tomó fuerza con la presencia, el 27 de Noviembre de 2020, de decenas de personas que solicitaban un diálogo con las autoridades del Ministerio de Cultura. Posteriormente otro grupo de ciudadanos se presentó en el Ministerio de Agricultura para dialogar con funcionarios de ese organismo acerca del tema de la defensa de los animales. Estos hechos han sido utilizados en forma tergiversada y oportunista por el gobierno norteamericano y otros personeros de la contrarrevolución externa y sus seguidores internos para atacar a la Revolución Cubana propagando que el gobierno de Cuba no atiende las preocupaciones de la ciudadanía y las reprime.
En mi criterio, los grupos que solicitan diálogos con las autoridades cubanas y exponen opiniones en las redes sociales son heterogéneos, existiendo en ellos la presencia minoritaria de contrarrevolucionarios que responden a intereses foráneos y anticubanos que pretenden eliminar el socialismo en nuestro país y retornar a la Cuba de 1958. Pero considero que la mayoría de los participantes en estas acciones son ciudadanos honestos, patriotas y revolucionarios comprometidos que no encuentran las vías para plantear sus inquietudes y acuden a métodos públicos directos para expresarse y buscar respuestas a sus preguntas. Teniendo en cuenta esa heterogeneidad me atrevo a decir que las autoridades oficiales y las organizaciones sociales, con el apoyo del pueblo, deben denunciar y rechazar las intenciones contrarrevolucionarias disfrazadas de consignas democráticas y, a su vez, ampliar e intensificar los canales democráticos internos para facilitar que las opiniones de los revolucionarios, patriotas y ciudadanos honestos que puedan ser diferentes al discurso oficial, se debatan abiertamente con plena libertad de expresión, sobre la base de la fundamentación de las consideraciones sometidas a debate y procurando soluciones de consenso a los planteamientos formulados.
  El aumento de la participación directa de la ciudadanía en los asuntos públicos mediante diferentes modalidades, incluso con decisiones vinculantes como en los referendos, los plebiscitos y la postulación y elección de los delegados de las Asambleas Municipales del Poder Popular en nuestro país, crea condiciones para sostener diálogos con plena libertad de expresión, dentro de los órganos y organismos estatales y las organizaciones sociales, en temas de mayor calado e influencia en la marcha de la construcción del socialismo en Cuba.

Métodos de dirección de la economía

  Un tema que desarrolló ampliamente el Che es el de la dirección de la economía. Al estudiar su pensamiento en esta materia hay que tener muy en cuenta que en los más de 55 años transcurridos desde entonces, el mundo y Cuba han cambiado radicalmente. Una de las características más significativas que muestra la economía cubana de hoy es la diversidad de formas de propiedad sobre los medios de producción. Ello se refleja en que el 33 por ciento de la población económicamente activa labora en el sector no estatal y la tendencia es a su incremento.
  La etapa en la cual el Che subrayó que la tendencia debería ser: “[…] a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto la palanca del interés material […]”, (2) ha dado paso a una época en la cual se utilizan ampliamente dichas categorías. La red de relaciones monetario-mercantiles entre las unidades productivas del país y su vinculación con el comercio exterior se ha incrementado y complejizado muy por encima de cuando existían en la época del Che.
  El pensamiento económico del Che forma parte intrínseca de su concepción sobre la forma en que se debía construir el socialismo y marchar hacia la sociedad comunista; “[…] la nueva sociedad donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del hombre comunista”. (3) El Che subrayaba que en el método aplicado para alcanzar estos objetivos no se podía perder de vista “…la última y más importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su enajenación”. (4)
  Con sus ideas, realizó un aporte a la teoría de la construcción del socialismo. No obstante su importancia, su pensamiento no ha sido investigado y divulgado como merece. No se han cumplido plenamente las recomendaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó: “[…] yo lo que pido modestamente, en este xx Aniversario, es que el pensamiento económico del Che se conozca; se conozca aquí, se conozca en América Latina, se conozca en el mundo: en el mundo capitalista desarrollado, en el Tercer Mundo y en el mundo socialista, ¡que también se conozca allí! […]”. (5)
  Y es que el núcleo duro de la concepción del Che, el que destaca la importancia de la fuerza moral del hombre y de la fe que hay que tener en el pueblo, es aplicable en todas las circunstancias en que se desarrolle la lucha popular revolucionaria.
  La disyuntiva de los modelos de dirección económica en Cuba ya no se dirime entre el sistema presupuestario de financiamiento, que defendía el comandante Ernesto Guevara, y el del cálculo económico, iniciado en la Unión Soviética y promovido básicamente, en aquellos iniciales momentos de la Revolución, por el Dr. Carlos Rafael Rodríguez, entonces Vicepresidente del Consejo de Ministros, quien ha abordado aspectos medulares de las coincidencias y diferencias entre ambos sistemas.
  En sus consideraciones acerca del sistema que promovía el Che, subrayó: “El Sistema Presupuestario está más cerca de lo que tiene que ser la sociedad en el futuro, pero esto es solo una hipótesis y se refiere a un futuro algo distante, al futuro comunista. Parto del criterio –que es el que nos ha llevado a aceptar las deficiencias y manquedades derivadas del Cálculo Económico–, que este Sistema Presupuestario exige condiciones y posibilidades que no podemos alcanzar, no ya en el mediano plazo, sino incluso más allá […] porque se basa en formas de control más cercanas al comunismo. Eso es evidente. Es un salto como el que se proponía Carlos Marx, del capitalismo a un socialismo avanzado. Nosotros, todos lo sabemos, no hemos dado ese salto. Ni siquiera la Unión Soviética ha dado ese salto”. (6)
  De una conferencia que Carlos Rafael Rodríguez impartió en el Ministerio de la Industria Básica en 1987, extraemos los fragmentos siguientes.
“Se ha escrito mucho en el extranjero, y hay hasta libros hablando de las contradicciones del Che con algunos compañeros, y particularmente se me señala a mí. Yo tengo como orgullo él poder decir que, aunque algunas contradicciones existieron, en lo fundamental, en lo esencial al abordar el problema económico, estuvimos siempre profundamente identificados y trabajamos juntos, con otros compañeros, para imponer un poco de orden en la economía cubana, por lograr la máxima eficiencia de la economía cubana y por establecer aquello que para nosotros es esencial: el control económico, cualquiera que sea el punto de partida. Y el sistema presupuestario se basaba, en primer término, en el uso de las técnicas contables más avanzadas y una concepción muy moderna –y yo diría que anticipada- sobre el uso de la computación electrónica.”
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Percibimos que el Che, que trabajó en los primeros años de la economía con el entusiasmo que entonces todos teníamos, con su enorme capacidad para ver el porvenir, que era él mismo un comunista –y esto es algo que debemos comprender, no nos referimos a un comunista militante del partido, me refiero a un hombre capaz de vivir en la sociedad comunista, que es otra cosa-, se dejó llevar por la idea –a mi juicio incorrecta, y debo decirlo con toda honestidad- de que en el tránsito político de nuestra imperfecta sociedad socialista en la cual empezábamos a construir el socialismo en el año 1959, 1960, 1961, era susceptible llegar en un breve plazo a la sociedad comunista desde el punto de vista de la conciencia, que la conciencia podía apresurarse. Por eso él planteaba liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas, principalmente la ley del valor.
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Voy a citar una frase, que se verá lo cercana que está de nuestras concepciones actuales, y él fue uno de los primeros en pronunciarla: “El comunismo es un fenómeno de conciencia, y no solamente un fenómeno de producción. No se puede llegar al comunismo si el hombre no es consciente».

Y Che añadía: “Es trabajo y conciencia, desarrollo de la producción, desarrollo de los bienes materiales, mediante el trabajo, y desarrollo de la conciencia.
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Yo quiero decir en este momento, puesto que se ha hablado mucho de esto, que en la concepción de los estímulos tuve con el Che pequeñas diferencias, pero, insisto, pequeñas diferencias.

Nuestro debate permanente era, sobre todo, un debate sobre proporciones, cuánto dar al estímulo moral, cuánto al estímulo material; cuánto y cómo se podrían reducir al mínimo los estímulos materiales; qué papel tiene en eso la educación. Ahí, en el ritmo de aceleración, es donde estaba nuestra diferencia.

Yo creo que tenemos que reducir, a través de la conciencia, la utilización del estímulo material, del dinero dentro de la sociedad; pero creo que la aceleración no puede ir al ritmo que en aquel momento –repito, en aquel momento- lo concebía el Che.
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  No es ese el que tenemos ahora, pero dentro las ideas del sistema presupuestario de dirección de la economía postulado por el Che se encuentran contenidas ideas actualísimas, para lo que estamos realizando y yo diría que si no ponemos en práctica muchas de las ideas del Che en el sistema de cálculo económico, por el cual nos guiamos, y respecto al cual el Che fue tan crítico, no podremos avanzar. Se trata de una simbiosis necesaria. (7)
  Los aspectos de las ideas económicas del Che que han perdido vigencia se refieren, principalmente, a cuestiones organizativas y de métodos de dirección financiera. Ello se entiende mejor al comparar el concepto de empresa en ambos sistemas y sus finanzas.
  Para el cálculo económico, un central azucarero es una empresa, la cual tiene fondos propios depositados en el banco, del que recibe créditos por los que paga intereses y actúa con determinada autonomía financiera. Para el sistema de financiamiento presupuestario, todos los centrales azucareros del país y otras unidades relacionadas con el azúcar constituyen una sola empresa: la Empresa Consolidada del Azúcar. Este sistema se basa en un control centralizado de la actividad empresarial; su plan y su gestión económica son controlados por organismos centrales, en una forma directa; la empresa no tiene fondos propios, ni recibe créditos bancarios ni tiene autonomía financiera. El Che llegó a considerar que toda la economía nacional podía ser administraba como una sola empresa, con un fondo centralizado de asignaciones presupuestarias a las entidades.
  El sistema que propugnaba el Che no consideraba la categoría mercancía en el intercambio de productos entre las empresas estatales. Los partidarios del cálculo económico sí la consideraban como tal. Este último criterio es el que se aplica actualmente en nuestro país.
  No obstante, el Che no desechaba las relaciones monetarias en la economía. El registro contable que él proponía, se medía mediante el dinero, así como también el presupuesto de cada empresa y su relación con los organismos centrales. En el pago del salario y su control se utilizaba dinero, así como en el comercio interior mayorista y minorista y en el comercio exterior.
  Un aspecto de mayor importancia en el cual se diferenciaban los sistemas en controversia era el acento en el uso del estímulo material o del estímulo moral. El    Che criticaba que los partidarios del cálculo económico exageraban el papel del estímulo material en la producción y lo situaban en un primer plano. En el sistema de financiamiento presupuestario, el estímulo material tenía una participación menor y se destacaba el estímulo moral. Esclareciendo su concepción, el  Che planteó: “Precisa aclarar bien una cosa: no negamos la necesidad objetiva del estímulo material, sí somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental”. (8)
  En el plano teórico, el Che abordó la existencia de la ley del valor en la transición socialista. Hoy en Cuba la ley del valor tiene una mayor incidencia en la economía y en el plan de lo que concebía el Che. No obstante, tiene plena vigencia su aserto de que, en el socialismo, el rumbo económico no puede dejarse a la acción espontánea de la ley del valor por encima de la voluntad de los hombres, quienes deben subordinarla a la dirección consciente de la sociedad mediante el papel rector de la planificación.
  Algo que debe subrayarse es que el Che demostró en muchas oportunidades el carácter dialéctico y práctico de su pensamiento y actuación. Como muestra de ello, en la Compilación confeccionada por Orlando Borrego de los escritos y pronunciamientos del Che se incluye un artículo titulado “Rumbos de la industrialización”, en el cual no se consigna la fecha pero es probable se haya escrito entre el último trimestre de 1959 y el primero de 1960, donde escribió: “Se estableció entonces una división que estudiara las grandes líneas de los proyectos básicos con la idea directriz de poner estos proyectos al servicio de la nación entera, con participación exclusiva o casi exclusiva del Estado. Ellos son: a) Energía y combustible, b) Industria siderúrgica y metálica en general, c) Industria de la caña y sus derivados, d) Industria química en general, e) Plan de desarrollo minero y f) Industria de productos agropecuarios. En este más alto nivel industrial, el Estado dirigirá toda la política económica.
“En industrias derivadas de estas fundamentales, pero no tan importantes, particulares y estado podrían o no estar asociados en una serie de ellas y, en un plano más bajo, solamente particulares intervendrían en la industrialización total del país.” (9)
  O sea, el Che concebía que en aquel momento era posible y conveniente organizar la producción industrial en Cuba mediante una combinación de la propiedad estatal y de la propiedad privada sobre los medios de producción, algo que ahora se está poniendo en práctica en nuestro país.
  Otra expresión del Che en la aplicación dialéctica de sus concepciones se reafirma en el fragmento siguiente del artículo “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”: “… si, en el curso de ella, se demostrara que es un freno peligroso para el desarrollo de las fuerzas productivas, habrá que tomar la determinación de cortar por lo sano y volver a los caminos transitados…”. (10)
  A continuación, lo que más nos interesa destacar se refiere a las numerosas ideas y planteamientos del Che en materia de dirección de la economía que tienen plena vigencia en la actualidad.
  Una de sus principales consideraciones está relacionada con el estricto registro contable de los hechos económicos, la plena utilización del sistema de información estadística con datos exactos y el control de costos. Al respecto, subrayó:
“[…] nosotros consideramos que el costo de producción es el elemento fundamental que hará que el administrador de la unidad, de la empresa o el ministerio, en su caso, observar inmediatamente y a grandes rasgos el funcionamiento de la unidad productiva”. (11)
  También daba especial importancia a la productividad al decir: “Todo se reduce a un denominador común en cualquiera de las formas que se analice: al aumento de la productividad en el trabajo, base fundamental de la construcción del socialismo y premisa indispensable para el comunismo”. (12)
  El Che fue un pionero en la aplicación de la computación al procesamiento de los datos estadísticos y contables en las unidades productivas, empresas y demás niveles de dirección económica.
  También apuntó que “[…] el impulso más formidable a la producción se dé por la vía del desarrollo tecnológico”. (13) El desarrollo de la ciencia y la técnica alcanzadas en el capitalismo, decía: “…puede ser utilizada por el camino socialista sin temor de contagio de la ideología burguesa”. (14)
  El Che se proyectó sobre el futuro de los métodos de dirección económica en los términos siguientes: “Todo nuestro trabajo debe estar orientado a lograr que la tarea administrativa, de control y dirección, se vaya convirtiendo en algo cada vez más simple y los esfuerzos de los organismos centrales se concentren en la planificación y el desarrollo tecnológico […] En ese instante […] será posible acercarse al ideal de que la economía se rija mediante análisis matemáticos […] sin olvidar, claro está que el ser humano, razón de ser de nuestra Revolución y nuestros afanes, no puede reducirse a una mera fórmula”. (15)
  El aporte de mayor significación en el pensamiento económico del Che es haber destacado la relación que existe entre la economía y la espiritualidad humana elevando la importancia de esta última, a diferencia de concepciones que se aplicaban entonces en la URSS y los países socialistas europeos. Quizás donde mejor está expresada esta consideración del Che es en el párrafo siguiente: “Nosotros no concebimos el comunismo como la suma mecánica de bienes de consumo en una sociedad dada, sino como resultado de un acto consciente; de allí la importancia de la educación y, por ende, del trabajo sobre la conciencia de los individuos en el marco de una sociedad en pleno desarrollo material”. (16)
  La conciencia a la que se refería el Che no solo acompañaba al desarrollo económico, sino era un factor clave de influencia en la economía. Así lo exponía: “Las esperanzas de nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas”. (17)
  Viene a colación lo planteado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en sus largas conversaciones con el intelectual y periodista francés de origen español Ignacio Ramonet, director entonces del influyente mensuario parisino Le Monde Diplomatique, y que fueron publicadas bajo el título Cien horas con Fidel. Ante una pregunta de Ramonet acerca de la polémica alrededor de las ideas sobre la dirección de la economía del Che, el Comandante en Jefe destacó: “[…] el Che defendía el método del financiamiento presupuestario y otros compañeros se inclinaban a defender la autogestión financiera”.
“La preocupación del Che no era simplemente el método de dirección de la economía; no se oponía a determinados estímulos materiales, pero siempre advertía contra los riesgos que supone el abuso de estos como motor fundamental de la producción, y la incidencia de los mismos en la conciencia de los trabajadores”.
Y concluía Fidel: “[…] le confieso que, en el tema aludido, me gustaban más las posiciones del Che, muy afines a nuestro modo de vida guerrillero en las montañas. Me agradaba más la apelación moral del Che, francamente. Che le daba gran valor a la conciencia comunista y al ejemplo”. (18)
  Reafirmando esta idea, en la presentación del Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975 Fidel Castro expresó: “Ahora bien, ningún sistema en el socialismo puede sustituir la política, la ideología, la conciencia de la gente; porque los factores que determinan la eficiencia en la economía capitalista son otros que no pueden existir de ninguna manera en el socialismo, y sigue siendo un factor fundamental y decisivo el aspecto político, el aspecto ideológico y el aspecto moral” (19).
  Hay otros muchos asuntos abordados por el Che que tienen plena vigencia en Sistema de Cálculo Económico. Humberto Pérez González, quien fuera Presidente de la Junta Central de Planificación y tuvo a su cargo el diseño y aplicación del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía aprobado por el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, enumeró sucintamente los siguientes temas del legado del Che en materia de dirección de la economía que son recomendaciones también para el cálculo económico:
—Fortalecer el papel rector de la planificación teniendo presente la necesidad de que la empresa debe recurrir a sus funcionarios y obreros para discutir los planes, para incorporar a la gente a la producción y a los problemas de la producción.
—Máxima descentralización posible de las decisiones económicas a nivel de empresas y de las unidades económicas de base.
—Tener actualizados los inventarios, sus normas y su valorización.
—Aplicar consecuentemente el sistema de contabilidad, el sistema de información estadística y los reglamentos de costos, índice principal a tener en cuenta para determinar la eficiencia con que trabaja una entidad económica.
—Eliminación de las cuentas por cobrar atrasadas.
—Necesidad de cumplir los contratos de entrega de los productos convenidos con otras empresas y aplicación de sanciones a los incumplidores.
—Necesidad de un reajuste general de los precios al por mayor.
—Reestructuración de los salarios para poder seguir adelante en nuestras tareas.
—Necesidad de que los cuadros de la economía estudien y se preparen. Con este propósito el Che creo las Escuelas para Administradores de Empresas.
—Necesidad de preparar un plan perspectivo a 10 años por lo menos y a más tiempo, sobre grandes líneas.
—Necesidad de delimitar nítidamente el papel y las funciones del Partido de las funciones administrativas.
—El Che formuló numerosas críticas y planteamientos sobre la calidad de nuestra producción y servicios, sobre el burocratismo, la indisciplina laboral, las debilidades de los administradores, el acomodamiento, la “blandenguería”, el amiguismo y la coexistencia con lo mal hecho, fenómenos negativos que se siguen manifestando actualmente. (20)
  El Che fue también el creador del trabajo voluntario en Cuba como parte de la formación política e ideológica de los ciudadanos. Con su ejemplo personal, movilizó a millones de cubanos en esta práctica.
  En la aplicación en nuestro país de las concepciones económicas del Che hay que tener en cuenta que las condiciones actuales de Cuba han cambiado en buena medida. Cuba está inmersa en un mundo capitalista globalizado y sin el apoyo del otrora campo socialista encabezado por la Unión Soviética. Hoy la dirección de nuestra economía demanda una mayor descentralización en las decisiones basada en la necesaria ampliación de las formas de propiedad sobre los medios de producción, que incluye la estatal, la cooperativa, el sector privado nacional y extranjero, y el de los trabajadores por cuenta propia.
  Todo ello determina una ampliación del uso del mercado y sus categorías afines, como la ganancia, el crédito bancario, las relaciones monetarias, así como la mayor flexibilidad en la toma de decisiones en las empresas y que estas no dependan, en su gestión, de las aprobaciones centralizadas de los ministerios.
  El gobierno cubano ha tomado un grupo de medidas con vistas a superar los obstáculos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, aunque estas medidas se han aplicado con excesiva demora y no en la secuencia mas eficiente. No obstante, si se evalúan los cambios acaecidos en los últimos 50 años en la estructura empresarial según la propiedad de los medios de producción, la diferencia es radical. Téngase en cuenta que como resultado de la llamada Ofensiva Revolucionaria de 1968, en muy breve tiempo se nacionalizaron 58 mil negocios de todas las actividades comerciales, de servicios e industriales del sector privado en todo el país, incluyendo unos 9 mil trabajadores por cuenta propia (21); mientras que la reciente Ley de la MIPYMES autoriza la existencia de empresas medianas del sector privado de hasta cien trabajadores contratados.
  No hay duda que las decisiones aprobadas en los últimos años con vistas a superar los obstáculos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas ha modificado el escenario donde opera el plan central y la gestión empresarial, tanto en el sector estatal como en el no estatal. Según mi criterio, hay que continuar introduciendo nuevas medidas en este sentido, entre las cuales pudieran incluirse una mayor libertad de las entidades productivas de base para escoger ellas mismas sus suministradores y sus clientes, incluyendo la salida directa al comercio exterior en importaciones y exportaciones sin que necesariamente éstas se realicen mediante empresas estatales del comercio exterior.
  En estas circunstancias se hace necesario apelar al interés material de los trabajadores para aumentar la producción y la eficiencia económica. Al aceptar esta realidad, también debemos identificar los riesgos que ello entraña para la moral social, la cual debe basarse en el comportamiento ético y solidario entre los participantes en el proceso de producción y, en general, entre los ciudadanos. Al respecto, no podemos olvidar la advertencia del Che de que la aplicación de la palanca del interés material “[…] no se convierta en algo que obligue al individuo, en cuanto a individuo, a la colectividad de individuos, a luchar desesperadamente con otros para asegurar determinadas condiciones de producción o distribución que lo coloquen en condiciones privilegiadas. Hacer que el deber social sea el punto fundamental en el cual se apoya todo el esfuerzo del trabajo […]”. (22)
Reforzando esta idea, adquieren especial valor, en las actuales condiciones históricas de nuestro país, las concepciones de Fidel en cuanto a la actitud personal de los cubanos, donde quiera que desenvuelvan sus actividades, al señalar que: “Revolución es […] modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos […]”. (23

* Doctor en Ciencias Económicas. Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana (2015 – 2018)

Fuentes Bibliográficas

(1) En “El socialismo y el hombre en Cuba”, Marcha, Montevideo, 12 de marzo de 1965, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 380.

(2) Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 272.
(3) Ernesto Che Guevara: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Marcha, Montevideo, 12 de marzo de 1965, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 374.
(4) Ibídem, p. 375.

(5) Fidel Castro Ruz: “Discurso en el XX Aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara”, El Gran Debate, Ocean Press, 2006, p. 362.

(6) Carlos Rafael Rodríguez: “Sobre la contribución del Che al desarrollo de la economía cubana”, en El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964. Ernesto Che Guevara, Ocean Press, Melbourne, New York, 2006.

(7) Carlos Rafael Rodríguez: “Sobre la contribución del Che al desarrollo de la economía cubana” Conferencia en el Ministerio de la Industria Básica en 1987; Revista Digital Cuba y Economía, 15 de junio 2021.

(8) Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 263.

(9) Orlando Borrego Díaz (compilador): “Rumbos de la industrialización”, CHE en la Revolución Cubana”, t. I, Editorial JOSÉ MARTÍ, La Habana, 2013, pp. 95-96.

(10) Ernesto Che Guevara. Obras 1957 – 1967, Casa de las Américas, Tomo II, La Habana, 1970, p. 264.

(11) Ernesto Che Guevara: “Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 1, La Habana, junio de 1963, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 211-212.

(12) Ibídem, p. 215.

(13) Ibídem, p. 218

(14) Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 259.

(15) Ernesto Che Guevara: “Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 1, La Habana, junio de 1963, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 217.

(16) Ernesto Che Guevara: “La banca, el crédito y el socialismo”, Cuba Socialista No. 31, marzo de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 299-300.

(17) Ernesto Che Guevara: “La planificación socialista, su significado”, Cuba Socialista, junio de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 324.

(18) Fidel Castro Ruz: Cien horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet, tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, pp. 281-282.

(19) Fidel Castro Ruz: Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Copmité Central del Partido Comunista de Cuba, La Habana, 1975, p. 113.

(20) Humberto Pérez González: Discurso de clausura del Congreso Constituyente de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), celebrado en el teatro «Lázaro Peña» de la CTC, el 14 de junio de 1979.

(21) La Ofensiva Revolucionaria. Su importancia; Secretaría de Organización y la COR del Comité Central del PCC, La Habana, 1968, pag.38

(22) Ernesto Che Guevara: “Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra Industria, Revista Económica No. 5, La Habana, febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 284.

(23) Fidel Castro Ruz: Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores el 1 de mayo de 2000, Plaza de la Revolución, La Habana, 2000.