LUDOVICO Y MARX
"La intención fundamental de Ludovico Silva en su Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos fue batallar contra la larga tradición que habían impuesto los manuales soviéticos en la lectura de Marx. Los soviéticos se negaron a discutir el Marx joven por considerarlo anticientífico, pues seguía utilizando aún la vieja jerga de Hegel, seguía diciendo que el trabajador pierde su esencia humana en el trabajo. Según esa interpretación, el joven Marx estaba invalidado por manejar aún la categoría de esencia humana perteneciente a la teoría hegeliana. El asunto fundamental era que la gran mayoría de intelectuales marxistas no habían leído directamente a Marx, predominaban las ladrillescas versiones soviéticas. Los manuales habían sido casi todos escritos por encargo y a petición del Partido Comunista de la URSS. Los manuales habían olvidado la Tesis XI de Marx: los filósofos lo que hacían era interpretar el mundo, de lo que se trataba era de transformarlo. El olvido de la categoría de praxis revolucionaria convocaba a una interpretación etapista de la revolución, todo debía depender de las consideraciones de la URSS.
El marxismo había sido convertido en una religión donde había jerarquías y existían máximas irrevocables. Ludovico reivindica en su Anti-manual el pensamiento de América Latina, diciendo que acá teníamos brillantes científicos sociales capaces de rediscutir la argamasa y el plexo teórico de la teoría marxista de la historia. Ludovico insistirá en su Anti-manual en la necesidad de volver a Marx y de realizar la lectura sin dogmas, sin catecismos que pudieran confundirnos. Marx no era un autor sacrosanto a venerar, sino un intelectual que estaba constantemente debatiendo sus conceptos. Dentro de esta comprensión, el Anti-manual le habla a los marxistas de fe diciéndoles que ése no es el camino a tomar; hace lo mismo con los marxólogos, quienes han realizado una lectura escolástica e intelectual de Marx, la cual se sitúa también lejos de la praxis contestataria que debe poseer una teoría viviente y, finalmente, considerando a los marxianos, le da la bienvenida a todo signo de disidencia. Ludovico había comprendido bien temprano que había situaciones que Marx no había abordado porque aún no habían surgido en su época. El marxismo no era un conjunto de verdades de fe a las cuales había que adherirse ciegamente, sino una heurística.
Carlos Marx hace en sus escritos un análisis de la sociedad capitalista. Las bases sobre las cuales ha estructurado su teoría son totalmente materialistas. Su obra ha sido un polemizar con lo que él llamó la prehistoria de la humanidad, que no es más que el modo de producción capitalista. Es a partir de 1844, en los ManuscritosdeParís, que considerará al fenómeno de la alienación como un problema central que involucra la relación entre obreros y dueños de los medios de producción. En 1845 Marx y Engels, en la Ideología alemana, establecerán que la clase obrera pierde su esencia humana en la relación de producción de mercancías. Esta línea de investigación continuará idéntica en La sagrada familia.
Ludovico Silva diría que a pesar del coqueteo que aún mantiene el joven Marx con Hegel, es inadecuado establecer ―como la habría hecho Althusser― la diferencia entre un Marx de la juventud y un Marx maduro.
Hay varios tipos de alienación: la religiosa, la económica, la social y la productiva. Marx ha puesto en claro las bases filosóficas a partir de las cuales se desarrolla la conciencia del hombre. La ideología es el cemento que cohesiona las sociedades. La sedimentación de los valores hace comprender que el valor sobre el cual éstos se sostienen es el cambio, los pensamientos son mercancías. Los hombres no son inocentes del mundo donde viven. La estructura económica y social que Marx está conceptualizando y describiendo es el capitalismo de libre competencia. Ha descubierto las fuentes del malestar del mundo.
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Nelson Guzmán