EL ESCENARIO POS-MACRI

Claudio Katz¹

En el vértigo de Argentina, la gran victoria contra Macri fue sucedida por otra  devaluación y una nueva erosión del ingreso popular. El gobierno zombi ya ha perdido las riendas de la economía y afronta una dudosa subsistencia hasta fin de año.

El oficialismo quedó demolido por una abrumadora diferencias de sufragios. La esperada distancia de 3 o 4 puntos superó los 15. Ese veredicto confirmó el total hastío de la población con el ajuste. Ratificó el castigo electoral que anticiparon los comicios provinciales y corroboró la inconsistencia de un espacio del medio, para canalizar el generalizado descontento. Macri se hundió entre gritos y enojos, propiciando mayor ajuste e ineficaces paliativos. La cooptación del justicialista multiuso Pichetto sólo reforzó su desplome.

El gobierno que incentivó el odio y alentó el miedo terminó cocinado en su propia salsa. La grieta social creada por cuatro años de miseria pulverizó la polarización extrema que ensayó el laboratorio del PRO. Macri promovió el resentimiento contra los pobres, pero desencadenó el rechazo masivo de la elite gobernante. Intentó la impugnación de la década pasada y consolidó la indignación con el agobiante presente de su gestión.

El oficialismo quedó cegado por sus propias fantasías. Se auto-engañó con microencuestas, trolls y focus groups. El blindaje mediático y las noticias falsas no alcanzaron para disfrazar sus mentiras. La dura realidad emergió a la superficie demoliendo todos los artificios del marketing político.

El aluvión de votos también afectó a otros derechistas que especularon con el malestar popular (Espert). No despuntó ningún Bolsonaro y sólo apareció un minoritario voto celeste, para contrarrestar la enorme oleada feminista. Por dónde se lo mire, la aplastante derrota del gobierno trastoca el escenario político. Las expectativa en Fernández es muy grande, en un país traumatizado por el legado de Cambiemos.

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