“Psicología Crítica”: Diccionario Histórico-Crítico del Marxismo

 
24/02/2016
 
La Psicología Crítica surge cuando Klaus Holzkamp, profesor titular de psicología en la Universidad Libre de Berlín, impulsado por el movimiento estudiantil de 1968 y su crítica de la ciencia y de la sociedad, se interroga sobre la función social de la investigación y de la praxis psicológicas, e incitado por los seminarios organizados por los estudiantes, lee y profundiza en la Crítica de la economía política de Marx. A partir de estos estudios, Holzkamp y su círculo de trabajo emprenden un plan que sería combatido enconadamente por la psicología hegemónica alemana: yendo más allá de una crítica funcional, se trata de «otorgarle una nueva base científica a toda la psicología mediante la crítica y la revisión de sus conceptos fundamentales y de las concepciones metodológicas que implican» (1983, p. 19). La psicología ha de considerar adecuadamente tanto la base natural como el carácter social de la existencia humana. Los conceptos fundamentales «capacidad restrictiva de acción» versus «capacidad generalizada de acción» han de posibilitar el análisis de los «problemas de la conducta subjetiva de vida» (p. 329) —entre la adaptación y la resistencia— en la sociedad capitalista. Como el marxismo, que por el modo en que establece «la relación entre la determinación objetiva por y la determinación subjetiva del proceso histórico», es «por excelencia la ciencia histórica del sujeto», así la Psicología Crítica, como una «especial ciencia del sujeto», apunta al «desarrollo del componente de carácter subjetivo-activo, es decir, de la autodeterminación en la actividad de vida individual» (1977a, p. 64; tanto aquí como en las siguientes citas omitimos algunas cursivas). Esto sólo sería posible si la Psicología Crítica se acreditara metodológicamente como una psicología «desde el punto de vista del sujeto» y librara, al mismo tiempo, una «lucha esclarecedora contra la falsa psicología subjetivista en las cabezas de las personas» (1973/2006, p. 410).
 
La decidida referencia al marxismo diferencia a la Psicología Crítica de otros enfoques que se autodenominan críticos, los cuales van desde psicologías comunitarias, pasando por planteamientos psicoanalíticos, de la cultura y feministas, hasta el posestructuralismo (cfr. Billig 2006). En las décadas de 1970 y 1980, la vinculación entre el proyecto de emancipación social y la Psicología Crítica impulsó una recepción masiva especialmente entre los estudiantes, expresándose, entre otras cosas, en los tres congresos y las seis «universidades de verano» realizadas en dicho periodo. Como sucedió con otros planteamientos marxistas o críticos, en Alemania, después de que expiraran los contratos y se agotaran los espacios conquistados desde los años 70, la Psicología Crítica fue totalmente excluida del marco académico. Pero eso no pudo impedir el interés en ella. Tanto en el Congreso de Psicología Crítica de 1998, como en las Universidades de Verano de 2010, 2012 y 2014 tomaron parte, término medio, quinientas o más personas. Desde 1997 se publica una edición de la obra de Holzkamp estructurada en ocho tomos; en 2012 se publicó una compilación de sus trabajos en traducción inglesa; una edición en castellano está por publicarse (2015). Una introducción a la Psicología Crítica (Markard 2009a) alcanzó en 2012 su cuarta tirada.
 
1. En dos monografías de 1964 y 1968 —aún como investigador experimental establecido— Holzkamp había relativizado, desde una perspectiva constructivista, las pretensiones de objetividad de la psicología experimental de investigación estadística, cuando, en 1970, vinculó la pregunta por la «relevancia» de la psicología a las relaciones sociales de dominación. Con eso intervino nolens volens en los debates del movimiento estudiantil sobre la función social de la psicología, esto es, sobre su función con respecto a la represión («¡destruid la psicología!») y la emancipación (contribución a la construcción de «posibilidades óptimas para el desarrollo» de las personas) (cfr. Markard 2009a). Haciendo referencia a la crítica del «interés técnico de conocimiento» de Jürgen Habermas (1965), Holzkamp diferencia entre relevancia «técnica» y relevancia «emancipatoria» de la investigación psicológica: frente al interés técnico en el control sobre los procesos sociales (interés de dominación), «desde el punto de vista emancipatorio, la investigación psicológica sería relevante en la medida en que contribuya al auto-esclarecimiento del ser humano acerca de sus dependencias sociales e interpersonales» (1970a/2009, p. 37) y a la liberación de ellas. El experimento psicológico, en cual se establecen condiciones que, para el sujeto de experimentación, no están en cuestión, chocaría aquí con su propio límite: el sujeto de experimentación debe suspender su subjetividad y limitarse a reaccionar o responder («sujeto de experimentación estándar»; 1972/2009, p. 58). La «relación entre la determinación objetiva por y la determinación subjetiva del proceso histórico» (1977a, p. 57), relación específica de los seres humanos, sería reducida en función de la representación de una determinación inmediata del individuo por condiciones heterónomas («postulado de la inmediatez», Usnadse 1966, p. 158; cfr. Leóntiev 1982, p. 77). En la medida en que la teoría no considere este cortocircuito impuesto por la metodología, la psicología se basaría en una «antropología organicista» (Holzkamp 1972/2009, p. 70) que la induciría a establecer una referencia objetual equivocada.
 
La fundación de la Zeitschrift für Sozialpsychologie (revista de psicología social) en 1970 por parte de Hubert Feger (de la metodología experimental) Carl Friedrich Graumann (de la fenomenología) Martin Irle (de la psicología social hegemónica) y Holzkamp, marcó una corta fase de intenso debate acerca de estas problemáticas (cfr. Maiers 1979). En la Universidad Libre de Berlín, las disputas acerca de los contenidos se conectaban con las luchas por un nuevo orden de los estudios y por la democratización de la universidad. La corriente psicológica hegemónica reaccionó a las dos cuestiones sobre todo de manera administrativa, logrando —por la vía política y jurídica— que la carrera de psicología de la Universidad Libre se dividiera en dos facultades o institutos: además del ya existente Psychologisches Institut, fue fundado el Institut für Psychologie. En adelante, el estudiantado favorecería claramente al primero de estos institutos, que se transformaría en la institución base de la Psicología Crítica. Ambas facultades tenían currículos universitarios separados, con estudios y exámenes comunes al final de la carrera, pero que aun así se sometían a dos regulaciones diferentes. En 1995 se arguyeron razones económicas, se anuló la división y se ‘reunificó’ la facultad de psicología, con el resultado de una reducción y recorte presupuestal que no sólo afectó a la Psicología Crítica, sino también a muchos otros enfoques críticos (cfr. Fried, Kaindl y Markard 1995; Markard 2009a, p. 62 ss.).
 
2. En su diagnóstico crítico sobre la psicología experimental, Holzkamp hace referencia a la sexta de las Tesis sobre Feuerbach de Marx: como «mera cosa del pensamiento», el ‘sujeto de experimentación estándar’ representaría la idea del «individuo humano abstracto –aislado–» (1970b/2009, p. 108). El concepto, aparentemente concreto, del individuo aislado, sería en realidad «pseudoconcreto» (Kosík 1963), el «resultado de una abstracción de la situación histórico-social concreta de la persona» (1970b/2009, p. 108). ¿Pero cómo determinar tal situación histórico-social concreta? —El planteamiento de esta cuestión derivó en una recepción sistemática de la Crítica de la economía política de Marx. Esto condujo a que, por una parte, la crítica original, de inspiración metodológica, se hiciera más incisiva, se ampliara y se orientara hacia una crítica de la sociedad y, por otra parte, indujo la búsqueda de una alternativa psicológica capaz de potenciar una acción transformadora. Ahora una nueva cuestión se convertía en el punto decisivo que dividía las aguas entre las diversas orientaciones de la crítica: ¿se debía en adelante criticar preferentemente a la psicología en su origen y función (cfr. Rexilius 1987), o se la debería renovar de raíz?
 
Tomando como referencia la primera Tesis sobre Feuerbach, Holzkamp rechazó la propuesta de resolver la problemática psicológica representando la subjetividad humana como mera intersección de las condiciones económicas. «‘El defecto fundamental’» de esta concepción sería que «‘concibe las cosas [o la temática, el objeto –Gegenstand], la realidad, sensoriedad [o sensualidad, materialidad –Sinnlichkeit], bajo la forma de objeto [Objekt] o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no subjetivamente’. Repito la formulación de Marx: ¡‘no subjetivamente’!» (1977a, p. 56). Si partiendo de la teoría de la sociedad se concibe la subjetividad como un momento no-independiente, la reproducción individual desaparece en cuanto temática u objeto [Gegenstand] o se vuelve interesante solo en la medida en que muchos individuos realicen, en su conjunto, las exigencias que plantee la sociedad. Considerar que esto constituye un genuino plano psicológico, sería propio de una idea economicista que culminaría en una «teoría seudo-marxista del entorno», en cuya esfera –análogamente al diseño experimental de investigación– los seres humanos podrían considerarse sólo como seres condicionados y producidos, pero no como seres que efectúan, producen, transforman las condiciones.
 
Holzkamp (1977a, p. 55) no estaba de acuerdo ni con la propuesta de la Teoría Crítica (Adorno 1955), ni con la del freudomarxismo (cfr. Lichtman 1999), de dejar la cuestión de la subjetividad y su tratamiento en manos del psicoanálisis y de combinarlo con el marxismo en cuanto teoría de la sociedad. Pues el psicoanálisis, con su modelo de pulsiones opuestas a la sociedad, no poseería ningún concepto de la relación entre individuo y sociedad que sea compatible con el marxismo (cfr. Osterkamp 1976, Cap. 5, 2). Sin embargo, propuso estudiar las concepciones de la teoría freudiana de la personalidad y establecer la mediación entre «los procesos de defensa, del temor, la angustia y del inconsciente» con las relaciones históricas socialmente determinadas (p. 255 s.), reinterpretando estas concepciones desde una perspectiva sujeto-científica. Para Holzkamp, «las premisas freudianas de la incompatibilidad esencial entre las aspiraciones vitales subjetivas y las exigencias que pone la sociedad» son mucho más que «una falsa universalización de las relaciones capitalistas burguesas»; estas premisas también reproducirían «de un modo diferenciado […], y sin miramientos, determinados aspectos de la situación subjetiva de los individuos bajo estas relaciones» (1984, p. 33 |cfr. 2015, p. 207). Los intentos de la ‘psicología (psicoanalítica) del yo’ «por ‘sociologizar’ las concepciones freudianas» negarían y taparían «la agudeza y el carácter implacable» del psicoanálisis (ibid.), una opinión que Holzkamp comparte con Adorno, quien además reconoce, en dicha ‘sociologización’, la «castración» del psicoanálisis (1952, p. 25 |2004a, p. 24).
 
3. En un comienzo aún no era posible partir únicamente de la crítica de la economía política y evaluar, sobre esta base, los distintos enfoques y resultados de la psicología «burguesa» de manera «diferenciada», esto es, según la relación entre posibilidades y límites que cada uno de ellos presentara para el conocimiento. En otras palabras, no era posible integrar y superar esos enfoques y resultados de un modo psicológico-crítico. Esta problemática constituyó el punto de arranque para el desarrollo de una Psicología Crítica autónoma (Maiers 1979). Por lo pronto existían dos vías de investigación histórico-reconstructivas que prometían «resultados positivos con respecto a la subjetividad empírica de los seres humanos en la sociedad burguesa (Holzkamp 1978, p. 249): por una parte, en relación a la ciencia, investigar cómo fue que «la subjetividad empírica» devino problemática de un modo tal que condujo al surgimiento de la ciencia particular «psicología» en el siglo XIX (1973, p. 45); por otra parte, en relación al objeto de investigación, analizar los fundamentos de la subjetividad humana desde el surgimiento del psiquismo, pasando por el período de transición animal-hombre, hasta la existencia en relaciones capitalistas (p. 46 s.). En el campo de la Psicología Crítica alemana, la primera de estas vías fue seguida sobre todo por Siegfried Jaeger e Irmingard Staeuble (1978), mientras que el círculo en torno a Holzkamp se concentró sobre todo en la segunda. Más adelante, Holzkamp sintetizaría diciendo que «la diferenciación entre el análisis categorial relacionado con la ciencia por un lado y con el objeto por el otro, […] pone de relieve dos aspectos del mismo proceso analítico» (1983, p. 37). Pero hay una cuestión que sigue siendo problemática: si también la reconstrucción del psiquismo tiene que partir de determinados conceptos, ¿en qué medida esos conceptos dan forma a esta reconstrucción? (Fries 2011). Esto significa que en un «análisis histórico completo», los conceptos psicológicos se deben aprehender «en el punto de intersección» de ambas «secuencias históricas del desarrollo» (Holzkamp 1973, p. 47).
 
4. La propuesta de la reconstrucción histórica del psiquismo es superar la «arbitrariedad» (Holzkamp 1977b) de la formación conceptual —arbitrariedad que remite a un estado pre-paradigmático de la psicología (Metraux 1981; Graumman 1994)— y refundar categorialmente la psicología. Desde el punto de vista terminológico, resulta problemático el hecho de que en la Psicología Crítica los conceptos fundamentales que poseen un respaldo científico se designen como «categorías» (programáticamente, Holzkamp 1983, pp. 19 y 27), en contraposición al modo en que Marx emplea el término, aludiendo con esa palabra precisamente a representaciones de la cotidianeidad (cfr. W.F.Haug 2008), las cuales a su vez, son designadas por Holzkamp como «pre-conceptos» (1983, pp. 48 ss. y 515 ss.).
 
4.1. Mediante una especificación de la aproximación lógico-histórica, la Psicología Crítica buscaba esclarecer conceptualmente la relación entre historia natural, social e individual: aquello que en el desarrollo evolutivo fuera filogenéticamente más temprano, debería corresponderse con lo que conceptualmente fuera más general, y lo filogenéticamente más tardío con lo que conceptualmente fuera más específico y diferenciado. Esto como fundamento para evitar tanto antropomorfizaciones de la conducta animal, cuanto también biologizaciones de las relaciones sociales –o más precisamente, de la acción y vivencia humanas– y con ello universalizaciones de las formas de expresión del psiquismo históricamente específicas. La Psicología Crítica tuvo por referente los trabajos de la «escuela histórico-cultural», especialmente los referidos a la «aproximación histórica en las investigaciones de la psique humana» de Alekséi N. Leóntiev, publicado en 1959 (1973, p. 262 ss.; cfr. Holzkamp 1983, p. 47 |cfr. Leóntiev 1983, p. 115 ss.). No obstante, con respecto a la aplicación práctica de tal aproximación, Holzkamp y Volker Schurig (1973, p. XLVI) objetaron que, en «la labor investigativa de Leóntiev», el pensamiento de la historicidad del psiquismo no había encontrado «consideración por todas partes y con igual énfasis». La socialidad del ser humano habría sido determinada de manera universal, pero no concretada con respecto a las contradicciones sociales propias de la formación social específica de la Unión Soviética. —Una inclinación similar a eliminar contradicciones se mostró en la posición de la Psicología Crítica con respecto a la República Democrática Alemana, sobre la cual Holzkamp llegó a decir que allí existiría una «convergencia, condicionada por el sistema, entre intereses generales e individuales» (1983, p. 382); en este caso, tales inclinaciones eran alimentadas por la esperanza de obtener el consentimiento para publicar en ese país (cfr. Markard 2009a, p. 199 s.).
 
4.2. En la medida en que el análisis categorial se refiere a procesos de evolución biológicos, es caracterizado como «análisis histórico-funcional» (Maiers 1990). Apuntando a la reconstrucción de contradicciones en configuraciones de organismo-entorno que nos permiten entender la funcionalidad biológica de los desarrollos y de las nuevas cualidades, este análisis se refiere exclusivamente a la serie evolutiva que conduce hacia el ser humano, bajo el aspecto del surgimiento y la diferenciación del psiquismo (Holzkamp 1973; Schurig 1975a/b, 1976; Osterkamp 1975; recopilación y síntesis: Holzkamp 1983). Su resultado más importante se refiere a la «naturaleza social» del ser humano (1983, p. 180) que se desarrollara en el período de transición animal-hombre, formando la base que hace posible la socialización individual. La relevancia de la producción y utilización de herramientas para este proceso –producción y utilización que incluye la capacidad para contactos interpersonales individualizados– no es compartida por todos los investigadores paleo-antropológicos, pero sí al menos implícitamente presupuesta (cfr. Schurig 2006, p. 144 s.). El desarrollo encaminado a la creación cooperativo-previsora de las condiciones de vida implicaría psíquicamente que los individuos pueden participar de ella de modo tal que la satisfacción individual de las necesidades sea diferida hasta la conclusión de actividades colectivas (Holzkamp 1983, p. 210), un desarrollo que, por lo pronto, se habría consumado aún en la esfera de la historia natural: «el surgimiento de la relación especial del ser humano con la naturaleza, del trabajo [ …, ] no determinó de ninguna manera completamente las condiciones vitales de los seres humanos primitivos, sino que éstos siguen siendo, en la totalidad de la actividad de su conducta, todavía, seres naturales» (Schurig 1976, p. 254).
 
4.3. En la medida en que, por sobre las formas tempranas de cooperación, se impone una producción social de la existencia (y se abandona el campo de aplicación del procedimiento histórico-funcional) surge, según Holzkamp, una nueva cualidad del «proceso de producción existencial en su conjunto» (1983, p. 175): su «estructura, sujeta a división del trabajo», va de la mano con una «ruptura de la inmediatez de la relación entre, por una parte, la producción de medios de subsistencia y condiciones de vida y, por la otra, su uso y empleo» (p. 193). El individuo que usa un producto, no necesariamente tendría que participar en la producción de condiciones y medios (así como tampoco el productor tiene que ser, necesariamente, quien usará el producto que produce). Para el procedimiento histórico, la culminación de este desarrollo en la «existencia individual mediada por la sociedad en su conjunto» (p. 202) exige un «nuevo marco interpretativo» (p. 190). Su importancia psicológica ha de sondearse, de aquí en más, en la reconstrucción histórica del psiquismo, ahora sí, específicamente humano.
 
Su determinación más general, común a todas las formaciones sociales, sería la «relación de posibilidad» (p. 305) respecto del mundo; quiere decir que las circunstancias objetivas no determinan por completo las acciones del individuo. Lo dominante tampoco sería una relación estímulo-respuesta; ésta expondría solo un caso especial en la amplia relación de significados sociales y acciones individuales. Por el contrario, aquí estaría dada la alternativa fundamental o, en palabras de Holzkamp, la «doble posibilidad» (p. 354) de solo adaptarse a las circunstancias y exigencias, o, empero, ampliar los espacios de acción interviniendo en ellos y transformándolos (colectivamente). Esta «universalidad ‘humana’» haría, al mismo tiempo, históricamente relativa a la subjetividad (p. 352). «La capacidad de acción como disposición, mediada a nivel social general, sobre las propias condiciones de vida» (p. 239) es el concepto con el cual se comprende la relación de reproducción social e individual, siendo la situación subjetiva en que se encuentra el individuo un aspecto, precisamente, de estas posibilidades de disposición. La necesidad subjetiva de control o disposición se manifestaría como «experiencia de la limitación de la capacidad de acción, lo que equivale a la necesidad subjetiva de superar esta limitación» (p. 241). Esto implicaría una «grave deficiencia de todas las concepciones de la ‘teoría de la acción’ en las que […] la estructura y función de la acción humana se conciben según el modelo de la regulación individual anticipatoria de la actividad» (p. 311).
 
4.4. Esta es la base sobre la cual, desde fines de los años 70, se desarrolló una controversia entre la Psicología Crítica y la ‘Teoría de la regulación de la acción’ (en Alemania Oriental, sobre todo Hacker 1978, en Alemania Occidental, Volpert 1980), ambas relacionadas con la teoría de la actividad de Leóntiev. La Teoría de la regulación de la acción pone en primer plano los objetivos de la acción y la organización jerárquica o cíclica de sus componentes. Haug, Nemitz y Waldhubel (1981) señalaron el vacío teórico implicado en la concepción meramente formal de la actividad laboral, una concepción para la cual no tendrían importancia ni el contexto de las relaciones de dominación ni tampoco el valor de uso, de manera que sería indiferente si se trata de cocinar fideos o del trabajo en cadena. Ante esta «neutralidad con respecto a la fuerza productiva, la sociedad y el sujeto», la referencia social crítica brillaría por su ausencia (p. 31). Haciendo referencia a la disposición sobre las condiciones de vida sociales y con ello individuales, representada en el concepto de «capacidad de acción», Holzkamp retoma la formulación de Marx sobre el trabajo como «primera necesidad vital» (Crítica del programa de Gotha, MEW 19, p. 21 |cfr. OE II, p. 16) y agrega: «La primera necesidad vital no es el ‘trabajo’ como tal, sino el ‘trabajo’ solo en la medida en que le permite al individuo tomar parte en el control sobre el proceso social, es decir, en la medida en que le otorga ‘capacidad de acción’» (1983, p. 243)
 
Al determinar la capacidad de acción como «categoría psicológica central» (p. 20) se subraya que la calidad de vida no equivale, en primera línea, a la satisfacción inmediata de la necesidad, sino que se alcanza, sobre todo, mediante el control o la disposición sobre las fuentes de la satisfacción. Las condiciones objetivas de vida adquieren relevancia psicológica en cuanto relación entre las posibilidades de acción y los impedimentos impuestos a la misma. Al percibir y acentuar determinadas condiciones de un modo determinado como condiciones que para él son significativas, el individuo las transforma en sus «premisas». Según esto, las acciones y situaciones subjetivas no son ni «condicionadas» de una manera determinista, ni tampoco arbitrarias con respecto a las condiciones de vida, sino que son «fundadas» a partir de las «premisas», es decir, a partir de condiciones o significados acentuados de manera subjetiva (pp. 348, 352 s.). En este sentido, la investigación psicológico-crítica puede ser designada como un «análisis de las condiciones, significados y fundamentaciones» (Markard 2009a, p. 268). «Las diferentes, contradictorias formas de manifestación del psiquismo, resultan por lo tanto solo de la diferencialidad o, mejor dicho, contradictoriedad de las ‘premisas’ en las que se basa la relación de razones y fundamentaciones de cada individuo concreto, y con respecto a las cuales cada relación es subjetivamente ‘funcional’» (Holzkamp 1983, p. 352). Esto constituiría la base que nos permitiría considerar y reflejar, en la formación de los conceptos y en la investigación psicológica, la especificidad de las relaciones ser humano-mundo, comprobada a través de los análisis históricos.
 
5.1. De acuerdo con los parámetros científicos preestablecidos, las determinaciones referidas serían válidas para toda la especie humana. Pero a partir de allí, y en su desarrollo, la Psicología Crítica se planteaba un nuevo problema: ¿en qué medida se pueden elaborar también aspectos psíquicos de validez general para las relaciones de vida de formaciones sociales específicas y, más exactamente, de las capitalistas? El par conceptual «capacidad restrictiva de acción» vs. «capacidad generalizada de acción» representa el intento de concretar la «doble posibilidad» precisamente desde esta perspectiva histórica. Al mismo tiempo, esta alternativa no ha de caracterizar «(primeramente) a las personas, o sea, no es ningún ‘rasgo de la personalidad’ o algo por el estilo, sino que caracteriza determinadas situaciones actuales» (Holzkamp 1983, p. 370). Partiendo de la premisa subjetiva de relaciones de poder inalterables, se busca asegurar la propia capacidad de acción de manera restrictiva; frente a esto, la alternativa de una capacidad generalizada de acción sólo podría volverse «subjetivamente funcional» en la medida en que parezca posible asumir individualmente o contrarrestar cooperativamente el riesgo que ella implica (pp. 373, 414). El individuo que permanece prisionero de la forma restrictiva se sometería a la « ‘racionalidad’ de las instancias de dominación, a fin de cuentas, a la racionalidad del capital», sosteniendo así el poder de esas instancias. Holzkamp ve en esto «la auto-enemistad que subyace a la capacidad restrictiva de acción», la cual, sin embargo, «puesto que nadie puede contravenir conscientemente sus propios intereses», permanecería inconsciente (p. 381). Este es el núcleo de la determinación psicológico-crítica del inconsciente, basada en la reinterpretación de la concepción freudiana de la defensa desarrollada por Ute Osterkamp (1976, p. 255 ss.). Pero no se sabe hasta qué punto la «participación oportunista en el poder de las instancias de dominación» (Holzkamp 1983, p. 375) también puede —según cuál sea la situación y posición del individuo en la sociedad— traer consigo ventajas concretas. Esto significa que «si bien el desarrollo categorial nos lleva a plantear la pregunta por la autoenemistad o por el daño a sí mismo, esta cuestión queda abierta desde el punto de vista empírico» (Markard 2009a, p. 200 cfr. Zander y Pappritz, 2008).
 
5.2. El conflicto psicológico contenido en el par antitético «capacidad restrictiva / generalizada de acción» repercute en los distintos aspectos funcionales del psiquismo. Correspondientemente, Holzkamp concretiza de qué manera se traduce en el pensar («interpretar» [Deuten] vs. «entender» [en el sentido de ‘formarse un concepto’, Begreifen], cfr. los lineamientos básicos de este concepto en Sinnliche Erkenntnis, 1973, caps. 7 y 8), en el sentir («interioridad emocional» vs. «emocionalidad como fuente de conocimiento»), o bien con referencia a cuestiones de la motivación («coerción interna» vs. «motivación»; Ostekamp 1976) y del aprendizaje (fundamentación «defensiva» vs. «expansiva» del aprendizaje; Holzkamp 1993).
 
—El pensar «interpretativo» sustentaría la renuncia a la ampliación del control colectivo incluso debido a sus «características formales» y representaría la «estructura cognitiva general» de los procesos individuales de defensa (1983, p. 386). Por ejemplo, todos los problemas práctico vitales serían pensados como si procedieran sólo de la situación de vida inmediata y también pudieran resolverse allí. Básicamente, la omisión cognitiva espontánea de las contradicciones capitalistas significa un pensar que tiene lugar en las formas espontáneas de la «seudonaturalidad de lo social» en vez de ser un pensar sobre esas formas (W.F.Haug 1977, p. 87, cfr. 80). Sin embargo, plantea Holzkamp, «el carácter específico del ‘entender’ no está en que excluya la ‘interpretación’, sino en que la supere a la vez que la conserve en sí»; el pensamiento intelectivo «dilucida y trasciende» la praxis de vida «siguiéndole el rastro a las referencias que ella contiene y que indican la mediación de la existencia individual por la sociedad.» (1983, p. 395).
 
Bajo ciertos aspectos, las caracterizaciones de la emocionalidad restrictiva se pueden considerar como diferenciaciones del pensar «interpretativo». Este es el caso cuando la «evidencia cognitiva de la funcionalidad subjetiva de la capacidad restrictiva de acción» va de la mano con «un constante malestar e insatisfacción emocional», y esta contradicción «entre la manera cognitiva y la manera emocional de enfrentar el mundo» (p. 403) constituye la situación subjetiva, con un «fondo de ‘angustia’ como cualidad permanente» (p. 406). Liberadas de todo esto, las emociones serían el «impulso para los esfuerzos por ampliar, de manera general, las condiciones de vida, en vez de palanca del sometimiento ‘voluntario’» (Osterkamp 1980, p. 102).
 
Una problemática de motivación se presenta allí donde no es visible que las exigencias de acción se planteen en interés del individuo y la «coerción sorda» (MEW 23, p. 765 |El Capital, I, p. 922) ejercida de hecho, especialmente la institucional, es interiorizada de tal modo que su origen represivo se torna irreconocible pero sigue surtiendo efecto en el plano emocional. La peculiaridad de la comprensión psicológico-crítica de la interiorización resulta sobre todo de las tres características del actuar motivado introducidas por Holzkamp: el logro de un rendimiento requerido debe responder al interés del individuo en cuestión; esta relación tiene que estar representada en formas sociales del pensar y, por último, tiene que resultar clara para el individuo mismo (1983, p. 411).
 
La concepción de Holzkamp de un aprendizaje fundamentado de manera expansiva, se refiere a situaciones en las cuales el actuar rutinario fracasa y el sujeto se ve en la necesidad de interponer un «bucle de aprendizaje» (1993, p. 183) con el fin de alcanzar un nuevo nivel de posibilidades de acción. En oposición al aprendizaje «expansivo», el «aprendizaje fundamentado de manera defensiva» se pliega a exigencias meramente externas que no son mediadas por los propios intereses del individuo (p. 191 s.). Explicar el aspecto de los contenidos del aprendizaje equivaldría a explicar el «aspecto emocional-motivacional del aprendizaje» (p. 189). La crítica del «cortocircuito enseñanza = aprendizaje», esto es, de la ilusión de que se aprendería lo enseñado, quiere hacer analizables las correspondientes formaciones institucionales (Cap. 4). Frigga Haug (2003) criticó la teoría del aprendizaje de Holzkamp, señalando, entre otras cosas, que infravaloraría la enseñanza, desatendería el aprendizaje colectivo y subestimaría los sentimientos (con respecto a la controversia, cfr. Forum Kritische Psychologie N° 38 y Markard 2009a, p. 254 y ss.).
 
6. La diferenciación psicológico-crítica entre capacidad restrictiva de acción y capacidad generalizada de acción contiene, implícitamente, un concepto de poder. Este concepto ha de representar el involucramiento del individuo en la reproducción social sin servir a concepciones deterministas de la dominación, ni tampoco nivelar (como lo constatara Jan Rehmann con referencia a Foucault) la diferencia «entre un poder cooperativo de acción desde abajo y un poder de dominación desde arriba» (Rehmann 2004, p. 120). En su análisis de la disciplina escolar y su significado contradictorio para el aprendizaje, Holzkamp (1993, cap. 4) hace referencia a Foucault, pero contesta programáticamente a quienes suponen que con esto se hubiera alejado del «marxismo» adaptándose al espíritu de la época: «¡por favor!, nada de renuncia o siquiera relativización de nuestra orientación básicamente marxista» (1996b, p. 129 |2015, p. 535).
 
Un punto en discusión es el alcance de las determinaciones categoriales específicas de una formación social (y con ello también universales con respecto a la misma). Constituyen la base de tales determinaciones: 1. las implicaciones psíquicas de una existencia individual mediada por la sociedad en su conjunto; 2. determinaciones sobre las particularidades generales de la sociedad capitalista, desarrolladas desde la perspectiva de la teoría de la sociedad; 3. datos sobre la «vivencia» y la «conducta» en la sociedad capitalista; 4. las teorías y conceptos psicológicos preexistentes (los pre-conceptos) y 5. experiencias individuales de vida. Si el análisis empírico-histórico va ‘demasiado lejos’, las categorías constriñen las relaciones históricas concretas; si por el contrario los análisis categoriales ‘se quedan cortos’, se pierde la posibilidad de acceder de una manera estructurada al «caos» de los datos empíricos (Markard 2009a, p. 196 ss.). Bajo el impacto del posmodernismo y de la teoría de la individualización, Ralph Baller (1995) propone abandonar las categorías referidas a formaciones sociales específicas y, en su lugar, formar sólo hipótesis psicológicas orientativas sobre la base de la «doble posibilidad» dada en cada caso concreto. A este respecto, Cristina Kaindl (1998) objeta que sería mejor actualizar las determinaciones categoriales de acuerdo con el desarrollo del capitalismo y los análisis marxistas del mismo. Markard (2009a, p. 180 ss.) rechaza el abandono de la teoría marxista de la sociedad propuesto por Baller, pero, aun así, considera que su crítica metodológica de las deducciones desarrolladas con respecto a formaciones sociales específicas es justificada. La relevancia concreta de las explicaciones categoriales solo se mostraría en el marco de los denominados estudios empíricos-actuales, en los cuales se analizan los significados psicológicos que las condiciones sociales tienen para el individuo. Esto también permitiría considerar y prestar mayor atención, tanto en el plano teórico como empírico, a las relaciones de género y otras relaciones de poder que no pueden ser aprehendidas mediante determinaciones sociales generales (cfr. Holzkamp 1983, pp. 366 y 380). En el contexto danés del desarrollo de la Psicología Crítica, Morten Nissen (2006) discute hasta qué punto el pensamiento holzkampiano de una «fundamentación» categorial de la psicología representaría un error fundamental. En vez de elaborar una «estructura teórica» sistemática, plantea Nissen, podría ser mejor «concentrarse en el cuestionamiento de las concepciones hegemónicas y aspirar a una referencia libre de prejuicios, táctica, a conceptos laxamente unidos.» (14 s.)
 
7. Debido a la socialidad de la vivencia y la conducta humanas, para la Psicología Crítica es irrenunciable el análisis teórico social de las condiciones de vida; pero el «significado psicológico concreto» de esas condiciones «debe mostrarse desde el punto de vista del sujeto» (Markard 2009a, p. 151; cursivas eliminadas). En cuanto métodos «sujeto-científicos», los métodos psicológico-críticos deben tomar en cuenta este hecho (Holzkamp 1983, cap. 9; Markard 1991). Esto implica transformar, en la medida de lo posible, la tradicional relación investigador-investigado en una relación investigador-coinvestigador. El objeto de la investigación psicológica, por consiguiente, no son (otras) personas, sino el mundo, tal como se lo experimenta subjetivamente (en lugar de la pregunta de cómo actúa el mundo sobre los individuos). El lenguaje científico correspondiente a este planteamiento, es el «discurso de las razones o fundamentaciones» como una «forma discursiva del trato intersubjetivo» que jamás se debe suspender (Holzkamp 1996a, p. 64). Esta forma discursiva «se especifica centralmente a través del nexo entre significados, fundamentaciones e intenciones de la acción o acciones —siendo indiferente de qué modo estén provistas de contenido las instancias particulares, cuan ‘correctos’ o ‘incorrectos’ sean sus contenidos» (ibíd.). Correspondientemente, el discurso de las razones o fundamentaciones se cualifica en contraste con el «discurso del condicionamiento, cuyo nexo […] se especifica como ‘relación causa-efecto’» (ibíd.).
 
Incluso en las teorías psicológicas formuladas en términos nomotéticos, se ocultan relaciones entre premisas y razones. Esto es el caso y se puede demostrar, siempre que en una hipótesis A→B sea posible intercalar, entre entre sus componentes A y B, la fórmula (subjetiva) «razonablemente». Para Holzkamp (1987), el hecho de esta demostración significa que el discurso de las razones o fundamentaciones no puede ser apartado a un exclave hermenéutico, sino que atraviesa toda la psicología. Tanto menos ha de subvalorarse, en un proceso de investigación sujeto-científica, el nivel intersubjetivo de la relación —y por cierto, este mismo nivel debería ser objeto de reflexión, con miras a la validez científica y a la posibilidad de generalización de los resultados alcanzados (1983, p. 540 y ss.). Los datos empíricos recogidos en la investigación sobre la relación existente entre las premisas y las razones o fundamentaciones pueden tan solo ilustrar o concretar las relaciones en cuestión como relaciones significativas, no pueden confirmarlas. Los enunciados sujeto-científicos no pueden confirmarse ni refutarse mediante ningún número de casos. Fuera de ello, a partir de estos enunciados tampoco pueden formularse enunciados sobre la frecuencia o la incidencia de los fenómenos en ellos tratados. Esto es lo que tienen en común con los enunciados nomotéticos: las regularidades nada dicen sobre la incidencia empírica de las interrelaciones tratadas en ellos (Markard 2009a, p. 287 s.). Las determinaciones acerca de la frecuencia o incidencia de los fenómenos o interrelaciones exigen sondeos representativos; pero, no obstante, en lo que respecta a los cuestionamientos sujeto-científicos, sus resultados pueden tan solo servir como punto de partida para esfuerzos investigativos y analíticos ulteriores (1984; Kempf 1992; Reimer 2011).
 
Los casos particulares pueden ponerse en relación, pero no se los puede transformar en elementos de una ‘cuenta’ o ‘cálculo’. Según la lógica sujeto-científica, existen los sujetos en plural, pero no los sujetos en promedio: son las especificaciones individuales las que interesan. Los casos subjetivos no son desviaciones, sino que la idea de la desviación se desvía ella misma de la idea de la subjetividad. La validez y generalización sujeto-científicas se refieren a las prácticas de vida de los individuos en constelaciones histórico-concretas, a espacios de posibilidad o posibilidades de acción subjetivas; no a rasgos, propiedades o caracteres. En este sentido, hay que analizar en qué medida las tipologías se basan en caracteres o, por el contrario, en posibilidades de acción (Geffers 2008). A tal fin, Holzkamp ha propuesto el concepto de «generalización de la posibilidad» (1983, p. 545), en el que la situación subjetiva y las posibilidades de acción del individuo se han de entender como «relación entre las posibilidades sociales generales de acción y el modo especial en que yo las realizo» (p. 548), incluido mi modo especial de realizar limitaciones y restricciones.
 
8. Consecuentemente, los proyectos empíricos basados en la Psicología Crítica no pueden prescindir del análisis de las condiciones, significados y fundamentaciones. En su texto póstumo acerca de la «conducta de vida» (Lebensführung), Holzkamp reclama y propone, con vistas a un capítulo posterior (ya no desarrollado), la «inclusión de los aspectos de: las estructuras de fundamentación, las estructuras de significación y las estructuras social-inmediatas», con lo cual se trascendería, «paso por paso, la forma de relación meramente subjetiva individual» (1996a, p. 110). Declarando las «escenas de la conducta cotidiana de vida» (p. 39 ss.) como objeto psicológico general de investigación, Holzkamp retoma el planteamiento (focalizado en la coordinación niño-adultos en diversas constelaciones familiares) del Projekt Subjektentwicklung in der frühen Kindheit (proyecto sobre el desarrollo del sujeto en la primera infancia) fundado en 1978 (1985; Ullmann 1987; cfr. Dreier 1980). El proyecto, constituido por un grupo de padres y madres, vincula el interés práctico-vital de estos en la solución de problemas de educación, con el interés investigativo en el desarrollo infantil del sujeto y su obstaculización o fomento por parte de los adultos. Allí se delineó el concepto de la «secuenciación de desarrollos» (Markard 1985; 2009a, p. 281 ss.), un modelo de cuatro planos para el análisis y la solución de conflictos interpersonales, ulteriormente ampliado por Jochen Kalpein (2007) y Cristoph Vandreier (2012) para diversas áreas del trabajo social. Tomando como referencia a Holzkamp (1996a), el «Grupo de investigación de la conducta de vida» (Forschungsgruppe Lebensführung; 2004) propone conceptualizar la relación existente entre las condiciones, sus significados y las fundamentaciones de acción. De esta manera busca, en primer lugar, hacer frente a las múltiples formas (tanto científicas, como de la vida práctica) en que se reprime tal relación, segundo, desarrollar una reflexión sobre la inclusión del propio accionar en las relaciones de poder existentes y, por último, articular las necesidades que a partir de ello resultan para el propio accionar.
 
En diversos proyectos acerca de la praxis psicológica profesional (por ejemplo en las Conferencias sobre la teoría y la praxis, el Proyecto de análisis de la praxis psicológica, cfr. Dreier 1989; Markard y Holzkamp, 1989; el Proyecto de formación sobre la práctica profesional sujeto-científica, Markard y ASB, 2000) se analizaron la significación de la constitución institucional de la psicología para la formación de la teoría, así como los problemas de la práctica profesional a ella vinculados. El análisis, la elaboración y el desarrollo de un «saber sobre los nexos y las contradicciones» implícitamente adquirido (Holzkamp 1988, p. 32) por parte de los profesionales de la psicología, tiene lugar en una perspectiva que quiere superar la implicación restrictiva tanto de los practicantes como de los clientes. Ute Osterkamp (2008, p. 19 ss.) ve en la orientación a la solución de problemas y en las referencias práctico-teóricas del mencionado «Proyecto de formación sobre la práctica profesional sujeto-científica» una escasa disposición a formular impedimentos y coacciones sociales (réplica: Markard 2009b; cfr. Baller 2011, p. 15 s.). En el contexto de la Psicología Crítica danesa fue sobre todo Ole Dreier quien desarrolló y orientó el enfoque de la investigación de la praxis en dirección a una acción terapéutica que sea consciente de las múltiples vinculaciones y referencias cotidianas («trajectories», 2008, p. 181 ss.) tanto de la propia praxis, como de la clientela.
 
En una serie de proyectos interdisciplinarios se trabajó desde una perspectiva teórico-social, siguiéndole el rastro a determinadas líneas de contradicción con vistas a los sujetos. El Proyecto teoría de la ideología investigó la estructura social de la auto-adaptación activa, concibiendo la «competencia en la extensa incompetencia» como la «forma ideológica más general de la individualidad» (W.F.Haug 1993, p. 133). La «forma de individualidad» se ubica en el plano del análisis de las significaciones, el cual puede ser empleado a la hora de dilucidar, desde una perspectiva sujeto-científica, las exigencias o requerimientos psicológicamente relevantes. En el Proyecto automatización y calificación (cfr. 1980, 1981a/b, 1983) se investigó el significado que la transición al modo de producción de alta tecnología tenía para los trabajadores. En un modelo de tres niveles (1987, p. 18 ss.) se pusieron de relieve requerimientos (determinados por la fuerza productiva), tareas (impuestas por la dirección de la empresa) y actividades (como traducción de ambas dimensiones, perceptibles en su contradicción recíproca, por parte de los sujetos que trabajan) para posibilitar y apoyar individual y sindicalmente una acción interventora y transformadora.
 
En el Proyecto sobre el racismo y la discriminación (Osterkamp 1996) se elaboraron, en el contexto de un campamento de solicitantes de asilo, los esquemas defensivos y justificativos mediante los cuales las restricciones y contradicciones sociales son transformadas en inculpaciones personales recíprocas, impidiendo, con ello, los procesos solidarios. Barbara Fried (2002) considera que en estas investigaciones se subestimaron las dimensiones genuinamente políticas del racismo (respuesta crítica de Osterkamp, Lindemann y Wagner, 2002). Otros proyectos se ocuparon de las orientaciones racistas entre los jóvenes (Held y Sponda, 1999) y entre los miembros de los sindicatos (Weber 2001) de Alemania.
 
El proyecto «Formas femeninas» (Frauenformen; cfr. F.Haug 1980b, 1983) tematizó tempranamente las relaciones de género que no se habían abordado sistemáticamente en el desarrollo teórico crítico-psicológico. Con el saber implícito acerca de la socialización femenina o, más precisamente, sobre actitudes femeninas en situaciones de conflicto, se buscaba formular aquellas actividades que desaparecerían con la concepción de las mujeres como meras «víctimas» (1980a). El método del «trabajo de rememoración», desarrollado en este contexto por Frigga Haug (1999; cfr. Hyle et al. 2008) retoma el pensamiento de Leóntiev, según el cual no es la persona, sino la personalidad que uno mismo modela, la que tendría una memoria. En su labor junto a diversos colectivos, Haug investiga en textos biográficos la aceptación de la dominación y la complicidad con la misma; en pocas palabras, investiga la capacidad restrictiva de acción. Markard (2007) problematiza este método y plantea que expondría datos ambiguos como datos unívocos, aplazaría el esclarecimiento de la relación entre la rememoración y lo recordado o, más precisamente, de la relación entre la «biografía fenoménica y la biografía real» (Holzkamp 1983, p. 497) y extendería excesivamente el método con referencia a cuestiones empírico-actuales del aquí y el ahora. Es necesario que la Psicología Crítica profundice en la relación entre la dimensión biográfica y genético-actual (Schmalstieg 2006).
 
Aquellas controversias en torno a la praxis de investigación crítico psicológica que incluyen otros campos temáticos, se refieren fundamentalmente a dos cuestiones: primero, en qué medida tal praxis debería incluir intervenciones transformadoras de la realidad en el sentido de la investigación-acción (Huck 2006, p. 126 s.; Markard 2009a, p. 284 s.); segundo, de qué modo se deberían integrar análisis teórico-sociales que nos permitan dar consideración, en el plano teórico y metodológico, a la relación contradictoria que existe entre la reproducción social e individual (p. 286). Un desafío para la investigación ulterior consistirá en revisar el concepto psicológico-crítico de naturaleza social a partir de la crítica y reinterpretación de los nuevos modelos biológico genéticos que por ejemplo se orientan según la developmental systems theory. Por una parte, estas teorías ya no suponen simples relaciones entre el ADN y la función biológica pero, por otra parte, solo son capaces de modelar la sociedad como mundo circundante. Analizando este problema, Vanessa Lux formula una de las tareas futuras: reformular «la ‘naturaleza social’ en cuanto cualidad del sistema individual de desarrollo de la especie humana incluida en el sistema global de la relación ser humano-mundo» e «integrar, en la teoría sujeto-científica, la compleja interacción existente entre los procesos epigenéticos y genéticos.» (2011, p. 99; 2012)
 
MORUS MARKARD
 
Traducido por Laura Sotelo y Santiago Vollmer
 
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Remisión a otras entradas:
 
análisis histórico-funcional, aprender, automatización, capacidad de acción, categoría, ciencia del sujeto, coerción/coacción, conducta de vida, conjunto de las relaciones sociales, escuela histórico-cultural, evolución, forma del pensar, formas femeninas, freudomarxismo, inconsciente, necesidad, pensar, psicoanálisis, psicología, relaciones de género, sentimientos/emociones, significado, socialización, sujeto, Tesis sobre Feuerbach, tipo ideal, trabajo de rememoración, trabajo,
 
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Artículo: Psicología Crítica
Autor: Morus Markard
Traducción: Laura Sotelo y Santiago Vollmer
 
Título del original en alemán: Kritische Psychologie; publicado en el Historisch-Kritisches Wörterbuch des Marxismus, Tomo 8/I, pp. 167-186; Argument Verlag, Hamburgo, 2012; ISBN 3-88619-440-7.
 
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