Julio C. Gambina (especial para ARGENPRESS.info)
Comenzó el mundial de fútbol en Brasil y junto a lo deportivo y las pasiones nacionales en movimiento, emerge el negocio en el popular deporte.
Se trata del negocio de las multinacionales asociadas al juego, sea por la indumentaria y accesorios diversos usados y visibilizados por los principales protagonistas; por la publicidad exacerbada para el consumo de masas y la televisación de los juegos y el espectáculo, los comentarios y el show de la previa, el durante y el después de cada partido.
Claro que se pone en juego el negocio del turismo y un consumo de élite por costos elevados de pasajes, alimentación, hotelería, electrónica y otros rubros, amén de financiamientos bancarios, descuentos y promociones.
Entre otros aspectos, se incluyen los negocios corporativos de la FIFA, principal beneficiario directo del negocio de la COPA, y también los de los intermediarios particulares vinculados a las obras e infraestructura que encara el país organizador. Ello involucra las sospechas de corrupción en el comentado “se la llevan con pala”, asociando enriquecimiento de funcionarios encargados de supervisar los contratos de la Copa Mundial.
El negocio remite también a la evolución de las cotizaciones de los jugadores y equipos técnicos, como eventuales beneficios para intermediarios y los clubes de origen, como a las apuestas y sospechas de arbitrajes y negociados sobre resultados.
Así, el gran negocio del fútbol mundial inició la versión 2014, que nos tendrá entretenidos por un mes, y que como nunca, ahora rodeado de una serie de movilizaciones y de protestas de diversos sectores de la sociedad brasileña, ampliamente difundidos gracias a la tecnología de la comunicación.
Protestas sociales
Las protestas sociales ya no son solamente de indignados por la orientación del gasto público social, tal como se hizo manifiesto hace un año en la lucha por el precio del transporte público y la demanda por su gratuidad.
Ahora se suman los trabajadores formales, sindicalizados, que demandan mejoras de ingresos y condiciones laborales, utilizando la ocasión del mundial para hacer efectivas sus demandas, capacidad y posibilidad de negociación.
Las luchas son en aeropuertos y en subterráneos, entre otros, con demandas en todo el territorio brasileño. Pero también exigen lo suyo los trabajadores sin techo y los sin tierra, éstos últimos exigiendo una demorada reforma agraria. Con todos ellos existen mecanismos de negociación que se han puesto en juego por parte del gobierno para intentar morigerar el conflicto. Ocurre algo distinto con los movilizados menos formalizados, que imponen límites a la negociación gubernamental para evitar la extensión de la movilización social crítica a la COPA. En este caso, la respuesta es la represión, que puede empañar el carácter de fiesta que se atribuye al mundial de fútbol.
En definitiva, el sujeto de la protesta, más allá de treguas y negociaciones, son los trabajadores formales e informales, los jóvenes y el movimiento estudiantil, las organizaciones populares y movimientos contra la opresión racial y de género, entre otros por diversas reivindicaciones, los que expresan la indignación por la utilización de los recursos públicos aplicados a la mercantilización del deporte. Hacen pública y evidencian una demanda y una crítica al modelo de desarrollo, el que privilegia la mercantilización del deporte y la vida cotidiana, en contradicción con la satisfacción de múltiples necesidades de ingresos y de beneficios sociales de educación, salud, transporte, tierra, vivienda o hábitat, entre variados reclamos por des-mercantilizar la vida cotidiana.
La gran vidriera mediática del espectáculo, aun cuando se la quiera ocultar, favorece la demanda social y laboral en contra de la tendencia a mercantilizar una “pasión de multitudes” en un país emblemáticamente futbolero. Es una propuesta coincidente con la crítica más general a un “modelo de desarrollo” que alienta y promueve la extensión de la satisfacción de las necesidades por el mercado capitalista, el que se define por el objetivo de la ganancia y la acumulación.
Este avance de las relaciones mercantiles capitalistas actúa en la desposesión material y simbólica de bienes comunes, desde la tierra y el agua, al juego y el deporte. Las protestas en Brasil constituyen un llamado de atención y al debate de la sociedad sobre la satisfacción y la insatisfacción en las políticas en curso en la región.
Se discute el modelo de desarrollo
Existe evidencia estadística de mejoras sociales en la región, siempre comparadas con la década perdida del 80´ (según CEPAL) y el decenio del ajuste y la reestructuración regresiva de los 90´, pero alejadas del imaginario social crítico al modelo productivo y de desarrollo emergente con las políticas neoliberales. Estas políticas fueron explicitadas en aquellas recientes décadas del ajuste y la reestructuración regresiva del capitalismo en la América del Sur.
La resistencia popular a esas estrategias gestó las condiciones de posibilidad para el cambio político en la región en este comienzo del Siglo XXI, y el escenario actual de Brasil, de protestas por la creciente mercantilización, nos devuelve al debate sobre el modelo de desarrollo a que aspiran los pueblos.
Vale mencionar que ese debate sobre el modelo de desarrollo estará presente en las deliberaciones de la Cumbre del G77+China que se realiza este fin de semana en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para un agrupamiento que surgió hace 50 años para discutir estrategias desde el Sur “dependiente” para una inserción “independiente” en el sistema mundial dominado por las empresas transnacionales, los principales Estados del capitalismo mundial y los organismos internacionales.
Claro que mucho cambió el mundo en medio siglo y aquellas viejas aspiraciones se desvanecieron al calor de la disputa por recibir inversiones y ser considerados “países emergentes”, petróleo y recursos naturales mediante. Pero también es cierto que en estos años de comienzo del Siglo XXI, nuestra región evidenció expectativas de cambio que pueden resurgir en esta cumbre y a favor de un programa de soberanía popular asociado a la alimentación, la energía, el medio ambiente o las finanzas.
En definitiva, la discusión a propósito del mundial en Brasil, o por la Cumbre del G77+China en Bolivia, apunta a considerar si alcanza con medidas sociales compensatorias derivadas de la inequidad del régimen del capital, que sustenta sus ganancias y la acumulación con fuerza de trabajo barata y extensiva explotación de abundantes recursos naturales en nuestros territorios, o si se requiere de otras y variadas estrategias para una industrialización independiente, lo que implica cambios sustanciales en el modelo productivo y de desarrollo, con otras políticas, para otros beneficiarios, entre los que identificamos a los sectores empobrecidos y vulnerables de nuestras sociedades.
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