El pensamiento gramsciano es fundamental para comprender la vitalidad de la lucha contra hegemónica civil. Así se coincidió en la mesa redonda Homenaje a Gramsci, organizada por el doctor Lucio Óliver, y en donde participaron el maestro Massimo Modonesi, coordinador del Centro de Estudios Sociológicos y la doctora en sociología Elvira Concheiro.
El doctor Óliver comenzó su ponencia hablando sobre la nueva concepción que Gramsci aportó con base en la Revolución Rusa de 1917: los procesos revolucionarios son mayoritarios para los planteamientos de cambio social. Es decir, rompe la idea tradicional de revolución de minorías. Gramsci retomó la figura de Lenin para ilustrar esta idea en sus Escritos de la cárcel, particularmente en su nota 7 del Cuaderno 13. La autonomía ideológica, a consideración de Óliver, es el verdadero objetivo de la lucha política moderna.
Karl Marx, Antonio Labriola y Federico Engels son la base sustancial del trabajo de Antonio Gramsci. De Engels retoma la idea de que es una época de autodirigirse y del reconocimiento de “las masas” para saber “por qué se sacrifica la sangre”. Así se expresó el doctor Óliver. Concluyó que las crisis, como la que se vive en México, crean condiciones, pero no determinan los cambios sociales.
Massimo Modonesi comenzó su discurso mencionando que Gramsci es un autor “manipulable”, “estirable”, por lo que las lecturas en distintas tradiciones, a veces contrapuestas entre sí, han “despolitizado” el pensamiento gramsciano y tomándolo como “muletilla” sólo porque su nombre realzará alguna disertación.
Modonesi se centró en el concepto de subalternidad, entendiéndola como la existencia subjetiva en una hegemonía construida a través de trincheras, pero aún concernible a la misma. Massimo apuntaló hacia dos ejes rectores de los subalternos: el que acepta “relativamente” su subordinación y el que resiste. En el primer caso, señaló, el subalterno se reconoce como subordinado, pero es una unidad clasista, a veces antagónica con los más desprotegidos.
En el segundo caso, dijo, “hay un umbral de resistencias”. Esto es, el subalterno que resiste realiza acciones gradadas de menor a mayor rango, siendo el más elevado la rebelión o, en la aspiración gramsciana, la revolución comunista, que desemboca en la autonomía y la ausencia de cabildeos sindicales, en donde “se acepta la dominación, pero se pide ser dominados de mejor forma”. El maestro reafirmó la lucidez teórica, aun en la cárcel, de los escritos de Gramsci.
Finalmente la doctora Elvira Concheiro tomó la palabra. Agradeció, en primera instancia, la oportunidad de estos encuentros y el merecido homenaje a una mente ilustre de principios del siglo XX que sigue vigente más que nunca.
Hablar de Antonio Gramsci, refirió, “es hablar de conciencia y praxis revolucionaria”. Se cuestionó qué hacer en el momento “de la no política” y cómo hacer para refundarla. Invitó a los jóvenes a leer a este pensador. “Hemos dejado a Gramsci, por eso se ha desplegado la dominación”, finalizó.
FOTO, ISRAEL MACEDO SERNA. “Hablar de Gramsci es hablar de conciencia y praxis revolucionaria”, coincidieron especialistas en el Homenaje rendido a este pensador.
Fuente: http://gacetapoliticas.