Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)
Los factores históricos acumulados que pueden explicar la actual crisis en Siria son variados donde tiende a primar la visión europea occidental centrada en que la Siria actual como nación, es un invento colonial. Es así que al germen de la revuelta, más allá de la prolongación de un gobierno de sucesión -del padre Hafez al-Assad, al hijo, Bashar al-Assad desde 1971-, se agregan temas históricos de un país formado por varias religiones aunque mayoritariamente hablando una lengua común: El árabe.
La importancia del idioma árabe como factor de identidad es crucial para comprender por qué Siria como nación es más cohesionada de lo que la visión colonial convencional concede. El idioma árabe conforma una cultura y su genio como señala Edward Said, reside en “ser multicultural, multiétnica y multireligiosa”. Si bien se expande con el Islam, se convierte en una formación socio-cultural por su riqueza como idioma. Este factor ha convertido a Siria en un pilar de la conservación del árabe en una zona muy expuesta a la des-arabización como es la franja mediterránea.
David Fraser, un periodista Inglés reporteando en 1909 sobre Persia y Turquía para The Times of London, entrega un testimonio ineludible para el análisis histórico respecto a la importancia de Siria en la arabización. También entrega un argumento importante de por qué Siria es pilar de un nacionalismo árabe que se revitaliza bajo la represión Otomana y que a pesar de sus múltiples facetas posee un común denominador: contener la ofensiva occidental para lograr su descomposición.
Una de las herramientas utilizadas y convertida en un arma de doble filo para Occidente, ha sido agitar banderas religiosas y sus divisiones para desintegrar naciones que de alguna forma se mantienen unidas por la lengua. D. Fraser atestigua de la lucha incansable de los sirios mientras Siria era gobernada en forma represiva por el Imperio Otomano por mantener la lengua árabe. (Pp.420,425.Fraser, David. Persia and Turkey in Revolt. Blackwood and Sons. London. 1910. Copia Original del Libro. Disponible en Google Books)
Los turcos hicieron todo lo posible por aplastar la lengua árabe transformándose ésta en el arma esencial para ir construyendo una identidad Siria muy particular en una territorialidad donde se encontraban diferentes religiones y etnias, cohesionándose a través de la cultura árabe.
El caso de Siria, por lo reducido del espacio, la alta fragmentación de clanes y tribus, la variedad de etnias, es único en la región. Cuando Francia la coloniza brevemente, encuentra un país con un grado importante de unidad después de la lucha contra el Imperio Turco, en gran parte gracias al árabe. Si existe una nación que podría aspirar a depositaria de la cultura árabe por antonomasia esa es Siria, debido a su trayectoria en protección de la lengua. Por esta fundamental razón, esta crisis Siria es quizás mucho más grave que la surgida por la invasión a Irak, en donde los factores geopolíticos y del petróleo avasallaron el tema de la cultura.
La situación de Siria como una república encaminada en una senda de democratización está documentada en las resoluciones de la ONU mientras se organizaba la misión de paz para detener la escalada del conflicto. Fue reconocido ese proceso por la propia secretaria de estado Hilary Clinton en marzo de 2011, antes de que en algunos cuarteles generales se decidiera financiar una rebelión ampliada.
Hasta ese instante de brusco movimiento en “la caja de cambios”, en cuanto a libertades públicas, la situación en Siria antes de la insurrección actual, era incomparable con el panorama de carencia de libertades que existe en las monarquías del Golfo Pérsico. También respecto a Egipto antes de las manifestaciones. Turquía tampoco es un modelo de respeto a la diversidad, sin mencionar las violaciones a los derechos del pueblo palestino en las zonas anexadas por Israel. Al analizar la situación en Siria acentuando la conducta del Gobierno de Assad frente a la insurrección, es indispensable entregar una visión más completa de la realidad en la región y lo que sucedía en la propia Siria antes del estallido de violencia.
La situación insurreccional en Siria es apoyada de facto por tres miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto y posición permanente en este Consejo: EEUU, Francia y Reino Unido. Esta información no se divulga y menos se destaca en los medios acoplados a la estrategia de derrocar al gobierno Sirio. Estos medios privilegian la desinformación respecto a las libertades públicas a las que tenían acceso los sirios antes que estallaran las primeras manifestaciones a comienzos de 2011.
Este rasgo fundamental en una crisis creada en gran medida por la propia ONU, no ha sido suficientemente reporteado y analizado. Es también un dato clave que se suma a las incógnitas, no tanto de lo que sucederá con Siria una vez que se supere la violencia, sino por qué se ha llegado a todo esto. El facilismo se confunde con la intención clara de hacerle caer toda la responsabilidad al Gobierno Sirio.
El reporteo de algunos medios ha contribuido significativamente a esta visión unilateral, en donde se ha quedado entrampado el multilateralismo. Los casos más protagónicos corresponden a The New York Times, The Guardian, The Daily Telegraph, El País, Le Monde, que han sistemáticamente omitido o subestimado la responsabilidad de la OTAN en alimentar la rebelión. Por cierto, son los medios de los países que más han forzado la vía militar para derrocar el gobierno de Assad.
Una revista caracterizada por abogar equilibrio y ponderación en la política como The New Yorker, tampoco ha escapado a esta ola de nueva irracionalidad propia de la guerra fría. El medio que quizás entrega semanalmente más información culta e inteligente se ha inclinado por este bando que propicia el derrocamiento militar. Desaparecieron las crónicas de Seymour Hersh denunciando los planes neoconservadores para invadir Siria e Irán (The Redirection.The New Yorker. 5/3/2007.
Abunda en cambio la información sesgada para condenar al Gobierno Sirio de Jon Lee Anderson, un reportero que navega entre su amistad con Gabriel García Márquez, su cercanía con Fidel Castro y una decidida vocación por omitir datos esenciales que comprometen a tres miembros del Consejo de Seguridad –Estados Unidos, Francia y el Reino Unido- como responsables de la situación en Siria.
De que la Organización de Naciones Unidas ha fallado en anticipar y prevenir la situación, es la constatación de un “doble casus belli” creado por un Consejo de Seguridad (de la ONU), partido en dos facciones. Ambas consideran justa la guerra de los bandos que apoyan. China y Rusia al Gobierno Sirio. Estados Unidos, Francia y Reino Unido apoyando a los rebeldes.
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