"El imperialismo del siglo XXI" (Capítulo I – Parte II):
Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)
Las causas del militarismo
El líder bolchevique encaró una polémica más frontal contra Kaustky. Consideraba que las guerras inter-imperialistas eran inevitables, en cierto estadio de la acumulación. Estimaba que los capitalistas debían lanzarse a la conquista exterior, una vez completado el desenvolvimiento de los mercados internos. Esta compulsión derivaba en confrontaciones por los mercados y las fuentes de abastecimiento.
El carácter violento de estas pugnas obedecía a juicio de Lenin al agotamiento de extensiones coloniales, ya repartidas entre las viejas potencias. Esa distribución reducía los márgenes de cualquier negociación. Los imperialismos emergentes estaban obligados a disputar territorios, al tener bloqueado su ascenso. La intensidad de la acumulación y la estrechez de las regiones apetecidas imponían estos desenlaces bélicos.
En estos choques se jugaba el manejo de las materias primas necesarias para el desenvolvimiento industrial de cada metrópoli. Todas las tratativas ensayadas para evitar las confrontaciones, fracasaban por esa imposibilidad de acordar el reparto de las áreas que proveían insumos.
Lenin resaltaba el desinterés de todas las potencias por estabilizar soluciones de compromiso. Se indignaba frente a la ceguera que exhibían los socialdemócratas, ante la hipocresía oficialista. Consideraba que esa retórica anestesiaba la conciencia popular, al generalizar ilusiones que enmascaraban la preparación de la guerra. También estimaba que las rivalidades económicas se transmitían a la esfera militar y cuestionaba tanto las utópicas expectativas de desarme, como los llamados a la cooperación de los industriales.
Con el mismo argumento objetaba la presentación del militarismo, como un simple acto electivo de las clases dominantes. Entendía que el armamentismo era indisociable del capitalismo y de las consiguientes confrontaciones entre potencias. Consideraba absurdo presentar al imperialismo como una “política preferida del capital”, al estimar que esa orientación constituía una necesidad para el conjunto de los opresores.
Siguiendo esta caracterización, Lenin destacaba la inutilidad de cualquier intento de persuasión de los acaudalados. Consideraba que estos sectores discutían en la mesa de negociación, lo que resolvían en las trincheras. Por esta razón los acuerdos de un periodo se transformaban en confrontaciones de la fase ulterior. Cuestionaba las ingenuas creencias en la primacía del primer curso y alertaba contra las falsas expectativas pacifistas.
Lenin no aceptaba la presentación de la guerra como una decisión aberrante de las elites. Estimaba que el curso belicista correspondía a tendencias objetivas del capital, derivadas de la competencia por la ganancia. Sostenía que el único sendero de pacificación genuina era el inicio de una transición al socialismo. El estallido de la Primera Guerra confirmó las caracterizaciones de Lenin y puso de relieve todos los errores de la apuesta pacifista de Kautsky.
Esta diferencia de percepciones obedeció a causas y posturas políticas. El dirigente bolchevique detectó las principales contradicciones del capitalismo de su época y mantuvo una actitud revolucionaria. El líder socialdemócrata privilegió sus deseos a la consideración de las tendencias reales y demostró una gran permeabilidad a las exigencias de los poderosos.
Estas asimetrías ilustraron también la distancia que separaba a los políticos revolucionarios y reformistas de ese período. El punto en discordia era el rechazo o la resignación frente a una guerra inter-imperialista. Lenin encabezó la resistencia al desangre bélico e impulsó el internacionalismo. Su teoría del imperialismo se cimentó en esta estrategia política.
Claudio Katz es economista, investigador y profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).
Ver también:
– "El imperialismo del siglo XXI" (Capítulo I – Parte I): La teoría clásica del imperialismo